Inmigrantes irlandeses de Westmeath, Longford, Offaly (en los Midlands irlandeses), Wexford y otros condados de Irlanda llegaron a la Argentina, principalmente desde 1830 hasta 1930, con la ola más grande teniendo lugar en 1850-1870.
[2] En Argentina vive la quinta comunidad irlandesa más grande del mundo,[3] aunque insignificante comparada con la de las islas británicas, Estados Unidos y otros países.
Es difícil calcular con precisión el número exacto de inmigrantes irlandeses.
Unos setecientos fueron llevados a Bahía Blanca para establecer allí la colonia irlandesa de Napostá, que en pocos meses fue un fracaso.
Los sacerdotes y las monjas irlandesas que llegaron a la Argentina no dejaron ninguna familia, pero dejaron una impresión espiritual gracias a aquéllos que trabajaron como maestros, enfermeras y ministros.
Los sacerdotes y misioneros irlandeses no católicos fueron también fundamentales en muchos casos para el desarrollo de nuevas obras en los lugares más pobres del país.
Los que llegaron por razones económicas, profesionales o políticas tenían familias y sus nombres han sido transmitidos hasta nuestros días.
La gran mayoría de los irlandeses que se quedaron en las pampas pasaron a integrarse en la sociedad argentina.
La mayor parte de los irlandeses se integró en la población anónima y multicultural que dio origen a la clase media urbana argentina.