El corazón es influenciado por el control autónomo de los sistema simpático y parasimpático (vagal), que ejercen su acción a través de los plexos cardíacos que se encuentran en la base del corazón, divididos en dos porciones; una superficial (ventral) y otra profunda (dorsal).
El nervio simpático cervical superior no recibe aferencias sensitivas de la zona.
Por lo tanto, se deduce que el dolor visceral es conducido por nervios autónomos aferentes.
El dolor no se siente en el corazón, sino que está referido a las áreas cutáneas inervadas por los nervios espinales correspondientes.
Por lo tanto, se afectan las áreas cutáneas inervadas por los cuatro nervios intercostales superiores comprometiendo así al nervio intercostobraquial (T2) que se comunica con los nervios braquial cutáneo interno y posterior, y se distribuye en la piel del lado medial y a veces posterior superior del brazo.
A medida que la presión arterial aumenta, las terminaciones nerviosas ubicadas en la pared de estos vasos son estimuladas.
Al mismo tiempo, fibras retículoespinales descienden hasta la médula espinal e inhiben la eferencia simpática preganglionar hacia el corazón y las arteriolas cutáneas.
Las fibras aferentes ascienden en el nervio vago hasta llegar al núcleo solitario (bulbo raquídeo) Las neuronas conectoras inhiben el núcleo dorsal (parasimpático) del nervio vago y las fibras retículo espinales estimulan la eferencia simpática torácica hacia el corazón, lo cual produciría, aceleración de la frecuencia cardiaca.
Los vasos sanguíneos del corazón reciben estímulos por inervación simpática y parasimpática.