[1] Sin embargo aún estaba latente el problema miguelista, pues sus leales, refugiados en España, se infiltraban en el país atacando a las fuerzas liberales.
Pedro IV dotó al país de una constitución liberal (1826) y abdicó en su hija María II en mayo de ese mismo año y permaneció en el país intentando llegar a un acuerdo contra su díscolo hermano.
La medida era común en el siglo XIX, pues las grandes potencias solían defender a sus conciudadanos más allá del derecho de otro país, la presión se ejercía mediante lo que se llamó diplomacia de cañonero.
El rey Miguel esperaba que el Reino Unido interviniera como mediadora pero esta no hizo ningún movimiento en favor de los absolutistas portugueses.
El 9 de julio la escuadra francesa fondeó en Cascais y se aprestó a superar la barrera defensiva en la desembocadura del Tajo.
El prestigio de Miguel I se vio comprometido con esta derrota, y favoreció el apoyo anglo-francés a la causa liberal.
A finales de este año encontraron apoyo monetario en el Reino Unido, gracias entre otros al español Juan Álvarez Mendizábal.