En economía, un incentivo es aquello que induce a una persona o agente a actuar de una manera determinada, y puede ser una recompensa o castigo.
[1] El estudio de los incentivos es tremendamente importante dado que estos permiten explicar o predecir qué curso de acción tomarán el mercado o grupo al que le afecta o se le aplica una determinada política económica.
Dado que los agentes racionales, siempre y cuando estén informados acerca de su medio, compararán los costos y beneficios de sus acciones (teniendo normalmente una preferencia estricta por aquello que les beneficie), cambiarán éstas de tal forma que maximice su utilidad.
Cuando no se analiza de forma suficientemente profunda el papel de los incentivos en la acción humana, pueden surgir comportamientos inesperados o menos deseables que los que se pretendían penalizar,[1] lo cual se denomina un incentivo perverso.
Una taxonomía común y útil divide los incentivos en cuatro grandes clases:[3] Hay otro uso común por el cual incentivo se contrasta con la coerción, como cuando los moralistas económicos contrastan el trabajo incentivado -como el emprendimiento, empleo, o voluntariado motivado por los motivos expuestos en las clases previas- con trabajo coaccionado -esclavitud o servidumbre, donde está motivado por la amenaza o uso de violencia, dolor o deprivación.