In eminenti apostolatus specula

[1]​[2]​[3]​[4]​ La bula tiene su origen en el aumento del número de miembros en asociaciones masónicas donde se defendían ideas que la Iglesia consideraba peligrosas.

Así, a los motivos meramente políticos o de seguridad del Estado se añadía otro de tipo religioso, pues por entonces las reuniones o el simple contacto entre católicos y protestantes estaban taxativamente prohibidos por la Santa Sede y castigados también con la excomunión.

Un peligro expreso serían las normas privativas de sus miembros, en las cuales «no son reprensibles por sanciones civiles o canónicas».

[2]​ Como resultado, toda participación católica en la masonería fue prohibida, y los obispos debían proceder en su contra «así como inquisidores de la herejía ... un llamamiento a ser ayuda del brazo secular», ya que estaba bajo sospecha de herejía, en parte debido a su carácter secreto ya conocido.

[1]​[2]​[3]​[4]​ Esta disposición fue confirmada en 1751 por Benedicto XIV con la bula Providas romanorum, que se basaba en las disposiciones del derecho romano contra los collegia illicita (también en virtud del carácter secreto de dichas asociaciones) y en una carta que Plinio el Joven escribió en el siglo II para defender las leyes romanas contra los cristianos (los masones eran acusados, paradójicamente, del mismo delito que los paganos imputaron antiguamente a los primeros cristianos, hecho criticado ya en 1782 por el exjesuita Karl Michaeler).

Clement XII