Hija del general estadounidense William Leclerc Joy (1793-c. 1886), desde pequeña se interesó por montar a caballo.
Posteriormente, la tomó ya que el ministro de Prusia en México, Barón Anton Von Magnus, era su amigo cercano y le pidió aceptarla.
Habla de lo aventurado que es viajar en diligencia por el accidentado territorio, en especial de un lugar llamado “Sal si puedes” y dedicó varios párrafos al pulque y al maguey.
Comentó, informada, que había sido tomada tanto por los estadounidenses y luego por los franceses.
Cuando llegó con Escobedo éste la trató de tocar y ella lo amenazó, por lo que le negó la autorización para visitar a su esposo y le informó que el único que podía permitirlo era el presidente Benito Juárez, quien en aquel momento se encontraba en San Luis Potosí pero eso no fue impedimento para la decidida princesa, quien se trasladó hasta allá, a pedirle permiso en persona.
[2] El presidente Juárez le dio permiso de visitar a los prisioneros, pero dejó muy claro que no tendría piedad con los imperialistas.
Aún protegida por las palabras de Juárez, la princesa consiguió que el general Escobedo y Maximiliano se reunieran.
En dicha reunión Maximiliano ofreció la rendición y retirada del ejército austríaco, también prometió regresar a Europa con toda su comitiva, no volver a México y apoyar al gobierno republicano de Juárez.
Su oferta fue rechazada, pero muy agradecido Maximiliano le dijo a la princesa: "Has sido muy amable con alguien que me temo no podrá corresponderte”.
El plan era entregarle a un custodio, de apellido Palacios, un pagaré por 100,000 pesos, quien si aceptaba lo podría cobrar al emperador una vez que éste fuera liberado.
La princesa en su libro “Diez años de mi vida” plasmó su arrepentimiento por no haberle dado a Palacios el dinero en efectivo.
Este hecho hizo que él no se opusiera más a su ejecución.
Durante varios años Inés vivió en Suiza e Italia, frecuentemente en compañía de sus amigos, el barón y la baronesa von Stein.
Ahí escribió su libro de memorias: Ten Years of My Life.