En esta obra, Molière ataca a Edme Boursault en respuesta a su obra El retrato del pintor o la contracrítica de la escuela de las mujeress (1663).
Los actores están descontentos porque no han tenido tiempo de aprender sus papeles.
Toman como testigo a un tercero, Brécourt, que hace de razonador.
Todo el reparto entra en pánico cuando se les comunica que el rey ha llegado y exige verles actuar (escenas VI a X).
Afortunadamente, un último mensajero les informa de que el rey se ha enterado de su desconcierto y les concede un respiro (escena XI, final).