La pandemia de COVID-19 provocó, entre otras cosas, un impacto socioeconómico a nivel global.
Esta crisis, a veces llamada el Gran Encierro, el Gran Confinamiento, la Coronacrisis o la crisis económica por coronavirus, ha causado la mayor recesión mundial de la historia.
Durante los primeros meses, cuando la epidemia se limitaba casi exclusivamente a China, se produjo escasez generalizada de productos farmacéuticos,[5] electrónicos[6] y otros productos manufacturados debido a la paralización de numerosas fábricas en China.
A medida que las empresas pierden ingresos, el desempleo aumenta considerablemente, lo que transforma una perturbación en la oferta sobre una perturbación en la demanda aún más extensa para la economía.
El índice estadounidense S&P500 recuperó su valor anterior a la pandemia en junio[23] y en noviembre se batió el récord de subida mensual en las principales bolsas del mundo.
[24] Además de las acciones, también subieron fuertemente otros activos como el oro[25] y las criptomonedas.
Por lo tanto, muchas mujeres quienes ya sufrían unas condiciones precarias perderán su empleo.
El texto del acuerdo comercial, que ambas partes negociaron durante todo el año, marcaría la base para la relación futura entre la UE y el Reino Unido.
[35] Al 22 de enero de 2020, el nuevo coronavirus se había extendido a varias provincias y ciudades importantes en China, con 571 casos confirmados y 17 muertes reportadas.
También se reportaron casos confirmados en otras regiones y países, incluyendo Hong Kong, Macao, Taiwán, Tailandia, Japón, Corea del Sur, Singapur, los Estados Unidos, Australia, y Canadá.
Se estima que unas 300,000 personas abandonaron Wuhan solo en tren antes del encierro de las 10am.
Fue detectada en el aeropuerto de Suvarnabhumi (BKK) al presentar fiebre alta.
[50] Los gobiernos nacionales o regionales ordenaron el cierre de establecimientos no esenciales, y que los ciudadanos permanecieran en sus hogares, saliendo únicamente para trabajar —si estuviese exceptuado— o para adquirir necesidades básicas (alimentos, medicinas, etc.).
Las medidas encompasaron a más de la mitad de la población mundial, y provocaron que muchas industrias, fábricas y empresas de todo tipo reduzcan su actividad habitual, trabajen en condiciones restringidas; e incluso cesen temporal o definitivamente sus actividades, especialmente en establecimientos no esenciales como ser: restaurantes, bares, centros educativos, centros comerciales, cines, negocios minoristas y toda actividad o evento que implique aglomeraciones; causando por ende un gran impacto socioeconómico en gran parte del mundo.
[51] Aunque hasta ahora se mantiene la representatividad de hombres y mujeres en los sectores en su conjunto, sí se observa un efecto composición en las mujeres ocupadas, que reducen su peso en la hostelería frente a una subida en las actividades sanitarias y de servicios sociales.
[72][73] Los mercados durante la semana siguiente (del 2 al 6 de marzo) se volvieron extremadamente volátiles, con oscilaciones del 3 % o más por sesión diaria (excepto el 6 de marzo).
[76][77] Esto se conoció coloquialmente como Lunes Negro (Black Monday en inglés), y fue la peor caída desde la Gran Recesión en 2008.
Wall Street experimentó su mayor caída porcentual en un solo día desde el Lunes Negro de 1987, y el FTSE MIB cayó casi un 17 %, convirtiéndose en el mercado más afectado durante el Jueves Negro.
[85] El virus ha puesto tales sistemas al límite, provocando que se vieran sobrepasados y paralizados, especialmente por insuficiencia de la infraestructura, el personal y los medios necesarios para afrontar las circunstancias epidemiológicas.
[105] Durante los períodos de cuarentena, las mujeres que experimentan violencia tienen acceso limitado a servicios protectores.
[108] La pandemia no solo ha colapsado servicios de salud, sino también refugios para estas víctimas.
[121] Surgieron iniciativas para ofrecer escucha psicológica o acompañamiento a personas que se encontraban solas durante la cuarentena.
También se pusieron a disposición de las autoridades civiles edificios religiosos para su uso como albergues u hospitales improvisados.
Las mismas encuestas arrojaron que, únicamente, el 36.3% crea y edita archivos de texto.
[142] Siendo estas dos herramientas las más necesarias para la educación a distancia o en línea en tiempos de COVID-19.
El impacto ha sido especialmente negativo en las niñas y jóvenes, especialmente aquellas con diversidad funcional o que viven en espacios rurales, pobres o aislados, dado que suelen abandonar los estudios antes para poder dedicarse al trabajo doméstico.
Para solucionar los problemas económicos familiares, se vuelven más vulnerables al matrimonio infantil y otras formas de violencia.
Las aerolíneas han jugado un papel directo en la forma en que la enfermedad COVID-19 se propagado alrededor del mundo.