Sus esfuerzos se ven recompensados cuando es contratado por la Fiorentina que lo adquiere del Vicenza por la suma de 2700 millones, aunque la noticia no es recibida con especial entusiasmo por su estricto padre.
Finalmente, Roberto encuentra confianza en sí mismo y consigue su primera convocatoria a la selección nacional.
Roberto logra afianzarse y llevar al equipo a la final, pero desafortunadamente, durante la semifinal contra Bulgaria, termina lesionado.
Baggio, sin embargo, sueña con participar en el último campeonato mundial de su vida, que se celebrará en 2002 en Japón.
Roberto parece poder alcanzar su último sueño, consciente de la promesa que le hizo a su padre cuando era niño.