Empezó a ser conocido por el gran público a principios de los años 40, con títulos como El difunto es un vivo (1941), primera y mejor adaptación de una conocida pieza teatral.
Este film, hoy olvidado, entronca con ese tipo de películas que intentaron establecer una mirada directa a la sociedad franquista directa o veladamente: La patrulla (1955) de Pedro Lazaga, Plácido (1961) de Luis García Berlanga, El extraño viaje (1964) de Fernando Fernán Gómez o España otra vez (1964) de Jaime Camino.
Su película El primer cuartel (1966) aborda la época fundacional de la Guardia Civil y sus antecedentes con gran acierto y fidelidad historiográfica, siendo uno de los escasos títulos en la historia del cine español en que su guion gira en torno a la Benemérita.
Los años 60 marcan su declive como director: el número de títulos que rueda va aumentando a la vez que disminuye la calidad de éstos, iniciándose en el llamado spaghetti western mediante coproducciones con Italia, Alemania y Francia.
En los 80 se destaca como realizador de las mejores películas eróticas españolas del período, como en La caliente niña Julieta, protagonizada por Andrea Albani, Jóvenes amiguitas buscan placer, con Albani, Vicky Palma y Amparo Moreno y Los sueños húmedos de Patrizia, con Concha Valero y Cristine Berna.