19 países: La Iglesia Evangélica Pentecostal (IEP) es una iglesia evangélica fundada en Chile y presente en 19 países, constituida legalmente en 1940,[1] a partir de una separación al interior de la Iglesia Metodista Pentecostal en 1933,[1] a la cual pertenecía la congregación que posteriormente dio pie a la creación de esta nueva denominación, en ambos casos dirigidos por el reverendo pastor Willis Hoover.
Surgió así el nombre de Iglesia Evangélica Pentecostal (IEP).
La Santa Cena se administra una vez al año a toda la hermandad.
[3] En materias de práctica, la iglesia conserva elementos propios del metodismo clásico como la predicación a la calle (este fue uno de los elementos más relevantes del movimiento pentecostal chileno), predicadores laicos, el sistema de clases, cultos con canto a capela y piano, y formalidad de vestimenta al asistir a los cultos (esto último varía según ocasión y lugar).
Estos tienen su origen en el avivamiento de 1909 y se daban como salva militar.
Una figura especial es la del encargado de obra, que suele designar a un hermano que cumple funciones similares a las de un pastor en determinado territorio, más no ha sido ordenado como tal.
Territorialmente, además, se suele hacer la distinción entre el Templo Central y los locales, pues el primero funciona como clase para algunos eventos (como la Escuela Dominical) y como centro de reunión principal de todas las clases para otros (reuniones generales).
En general, la Iglesia Evangélica Pentecostal no se asocia con grupos políticos ni de ninguna otra índole, ni publica institucionalmente llamados a asociarse con dichas organizaciones (principio consagrado en el Estatuto), por lo que no es común verla inmiscuida en escándalos políticos o de contingencia.
Esto sin perjuicio de ciertos casos que han suscitado el interés público.
Ante esto, la iglesia sostiene una postura conservadora y muchas veces tildada de homofóbica.
Suele ser común una crítica generalizada a la condición moral de la sociedad contemporánea (aunque no está de más decir que es algo propio del cristianismo en toda época); sin embargo, institucionalmente nunca se han hecho llamados a manifestaciones o a que sus miembros opten por alguna opción política en específico ante cualquier plebiscito.