La primitiva iglesia de El Granado era un templo mudéjar que a mediados del siglo XVIII presentaba problemas estructurales y era incapaz de atender al aumento de la población.
Sin embargo, el diseño planteado por Silva no satisface al clero local, que consigue que Ambrosio de Figueroa lidere un nuevo proyecto de mayor capacidad.
El templo presenta una sola nave, con cabecera rematada en testero plano.
También son reseñables un San José con Niño dieciochesco y un San Sebastián del siglo XVII muy repintado.
Hay que destacar también las puertas barrocas de la sacristía y el púlpito de forja del siglo XVIII.