Se construyó en el momento en que la ciudad se había convertido en una potencia naval capaz de igualar a Venecia.
Si bien primero recibió el nombre de la Sagrada Trinidad, posteriormente se le cambia en memoria del obispo Donato que se creía que había impulsado su construcción.
Se tiene constancia de que San Donato fue un obispo que jugó un importante papel en las relaciones franco-bizantinas en el mar Adriático entre los años 801 y 814.
Tanto en el interior como en el exterior, se aprecia el uso de materiales antiguos procedentes del foro romano para la fundamentación de los muros.
A la vez imponente y austero, armonioso y original, no es sorprendente que sea considerada el símbolo de Zara.