Allí también, bajo la dirección del célebre Corticelli, aprendió la lengua italiana con tanta perfección que llegó a serle tan familiar como la francesa que era la suya propia, dando de ello una señalada prueba en su primera obra, escrita en italiano con el título de Introducción al estudio de la religión, que dedicó a Benedicto XIV.Su carácter amable y dulce le granjeaba el afecto de todos así como su talento y su saber inspiraban admiración; por esto, cuanto menos quería ser conocido, tanto más era buscado por los sabios.En 1747 y 1748 publicó algunos escritos que le aseguraron el nombre de filósofo inteligente.El plan de vida que se propuso entonces y al que siempre fue fiel se redujo a dos puntos: combatir la herejía y defender la doctrina católica.Su discípulo perseveró durante el tiempo de prueba constante en los principios que su maestro le había inspirado y habiendo resignado la corona en 1802 entró en la Compañía de Jesús y falleció en Roma el 1819.Gerdil vivía muy retirado en la corte; las rentas de la rica abadía que se le había dado, las destinaba al socorro de los necesitados y cuando su fama se había extendido por toda Italia, él solo parecía ignorarlo.Resignado y animoso en su desgracia se dirigió a Siena junto a la persona de Pío VI pero no le fue permitido gozar de tan santa compañía.Un gran número de votos se reciñeron en él y ya temblaba ante la inmensa carga que le amenazaba, cuando movidos los Cardenales por la exclusión que Austria hizo valer contra el súbdito del Rey de Cerdeña y más aún contra un francés y considerando además la avanzada edad del Cardenal Gerdil, cambiaron de opinión.Desde 1781 a 1794, el Padre Toselli publicó una edición en seis volúmenes en Bolonia, pero Fontana desde 1806 a 1809 y Grandi en 1819, publicaron en Roma ediciones mucho más completas en veinte gruesos volúmenes en 4.