Las aeronaves y los misiles utilizados en el hundimiento, habían sido adquiridos por la Armada Argentina meses antes del conflicto.
[6] El teniente de fragata Armando Mayona y el segundo comandante de la Escuadrilla Augusto Bedacarratz, se alistaban en los Súper Etendard con misiles Exocet, para llevar a cabo el ataque a los blancos que se habían detectado temprano en la mañana.
Al respecto Perales Garat indicó qué: El 4 de mayo, dos días después del hundimiento del ARA General Belgrano, la Task Force (TF) inglesa se encontraba en el océano Atlántico a unas 430 millas náuticas (mn) de la costa argentina, navegando en demanda del archipiélago de las Malvinas, con las siguientes misiones: — Neutralizar a la fuerza aérea y naval argentina.
[7] El avión cisterna KC-130H Hercules TC-69 «Rata» al mando del vicecomodoro Eduardo Pessana decoló a las 08:45 de la Base Aérea Militar Río Gallegos.
[8] El SP-2H, padeciendo problemas graves para cumplir su misión por su antigüedad, mantuvo actualizada la posición del blanco mientras los cazabombarderos se aproximaban a la zona.
[8] Los Super Étendard efectuaron reabastecimiento en vuelo y se alejaron hacia al objetivo.
[5] Detrás de ellos se encontraban tres barcos auxiliares, colocados para confundir a los radares argentinos, y finalmente los portaviones con una fragata Tipo 22 antisubmarina cada uno, armadas también de modernos misiles Sea Wolf.
[5][9] En ese momento el HMS Glasgow detectó a los aviones argentinos, dando el primer aviso del ataque inminente.
Luego, los Super Étendard invirtieron su rumbo y regresaron a velocidad máxima tranquilamente.
Casi cuatro horas después del ataque, la situación no había mejorado, se decide abandonar el buque.
Perdido contacto con el Sheffield, los británicos creían que había sido torpedeado, por lo que se ordenó a todos los helicópteros antisubmarinos cercanos acudir al destructor para buscar y atacar al submarino enemigo.