Humanismos no cristianos

[1]​ Los principales impulsores de estas ideas fueron filósofos como Voltaire o Nietzsche, científicos como Charles Darwin, Sigmund Freud y políticos como Karl Marx.

Al comienzo de la Edad Moderna se produjo en Europa un gran cambio respecto a los siglos anteriores que promovió una pérdida de la armonía lograda en la Edad Media entre los saberes sobre Dios, el hombre y el mundo.

El filósofo también combatió la religión corrompida de su tiempo porque la consideraba la miseria terrena del hombre.

A principios del siglo XX inició un sistema terapéutico al que llamó psicoanálisis.

Según Freud, la vida psíquica de un ser humano es normal cuando las pulsiones fluyen libremente.

En este sentido el ser humano debe liberarse de los prejuicios religiosos porque esas normas ahogan en su interior sus inclinaciones básicas.

Al caer en la cuenta de que este desamparo dura por toda la vida el hombre se agarra a un Padre, esta vez más poderoso.

Freud parece buscar -frente a todo lo artificial- al hombre natural y espontáneo.

Voltaire era deísta, sin embargo, no cree en la intervención divina en los asuntos humanos, y denuncia el providencalismo en su cuento filosófico Cándido (1759).

El odio a toda religión revelada -y en particular al cristianismo- constituyó una obsesión constante en Voltaire.

Según Darwin, la reproducción origina diferentes seres vivos, aptos a las condiciones del medio ambiente en el que están inmersos.

Del darwinismo no sale más que un humanismo materialista, por así decirlo, simplemente biologicista.

Karl Marx, 1875
Nietzsche
Sigmund Freud, anciano
Voltaire, 1725
Charles Darwin, 1869