Los huari (wari) fueron unos de los mejores trabajadores de huacos, junto a los Nazcas y los Mochicas, quienes pasaron a la historia, entre otros, por sus notables trabajos en ceramios, pero los incas, que absorbieron todas las culturas existentes en la época de su expansión, también los trabajaron, y, en general, todas las culturas que se dieron en el Perú antes del siglo XVI.
Normalmente está asociado a piezas con características plásticas notables: huacos escultóricos representando volúmenes complejos estilizados e incluso escenas culturales, edificios, volúmenes naturalistas como los huacos-retrato, representando rostros humanos, o partes del cuerpo a manera de exvotos, eróticos, instrumentos de trabajo, diversos frutos y alimentos, animales, etc. Cuando las piezas no son de cerámica escultórica, los huacos se caracterizan por su riqueza pictórica.
La cerámica bicolor mochica se caracteriza por ceramios pintados detallando escenas complejas a un nivel narrativo.
En ambos casos el huaco viene asociado a la complejidad plástica (en su volumen o en su decoración), al uso no ordinario y a una consideración como recipiente muy menguado o testimonial, cosa que también tiene que ver con sus dimensiones físicas.
De esta manera, los esbeltos recipientes incas conocidos como aríbalos, aun teniendo ejemplares de opulenta factura, no suelen considerarse huacos ya que su carácter utilitario está demasiado acentuado.