Hospital Gil Casares

[3]​ En diciembre de 1891 a un lado de la derribada cerca, las lecheras compostelanas organizaron una huelga contra la subida de los impuestos a la leche, y algunos años después, en 1896 (cuando eran sus propietarios los hijos del Coronel José Güimil Cadavid, quien puso a Sebastián Places a su cuidado), se celebró una pequeña romería regionalista catalana a la que asistieron Baldomero Bonet, Eduardo Vassallo, Ramón Oliveras Marangues, Antonio Vila Nadal, Antonia González Sánchez (viuda de Bartolomé), Valentina Bartolomé González, Ricardo L. Corcelet, José Galí Camps y un quinteto de invidentes catalanes en peregrinación.

[6]​[7]​ En mayo de 1900 se puso a subasta el edificio y parte de la propiedad, perteneciente en ese momento al industrial y hostelero Christian Pfister Gaudenzi, para cubrir unas deudas que este tenía, siendo tasada la propiedad en 20.676 pesetas.

[8]​ El comprador fue, probablemente, Emilio Pombo, aunque en 1902 ya consta como nuevo propietario el industrial de Noya José María López París.

[11]​ Al largo de los años a fábrica operó con las viejas técnicas del curtume de pieles, sin actualizarse, y vio como a su lado, en sus antiguos terrenos, crecía el nuevo hospital.

La Fábrica del Hospicio Véselo cerró contra el año 1956, manteniéndose el viejo edificio hasta que dieron comienzo las obras del nuevo Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela en los años 90.

[15]​[16]​[17]​ Contó en estos primeros tiempos con 110 camas (mitad para hombres y mitad para mujeres), de las que 100 iban a ser dedicadas a pacientes pobres, estando distribuidas en sanas con entre cuatro y doce camas.

[23]​[24]​ Dieron comienzo las obras a mediados de este año, prolongándose durante cinco años puesto que, finalmente, se construyeron dos pabellones más y se repararon otros dos, lo que disparó el presupuesto a los 12 millones de pesetas, siendo el arquitecto el Sr. Fraile y el contratista Raymundo Vázquez.

En 1979 se jubiló como director López Sendón y fue sustituido en el cargo por Antonio Golpe Cobas.