Cuando el cardenal recibió su renuncia, advirtió a Louise Julie acerca del peligro que ello suponía para su posición.
Louise Julie, no obstante, rehusó creer en la existencia de un complot contra ella orquestado por sus hermanas.
Marie-Anne se aseguró un lugar en la corte, privando a su hermana Louise Julie del suyo.
No obstante, ella no deseaba convertirse en la amante del monarca, ambicionando únicamente mantener su puesto en la corte debido a que ello le proporcionaba independencia de su esposo (en una ocasión manifestó a Argensson su deseo de que su esposo fuese promovido, puesto que de lo contrario abandonaría el ejército y volvería a su lado).
Además, François-Marie había amenazado con matarla si alguna vez se convertía en la amante del rey.