Hijo de una humilde familia campesina transilvana, desde joven recibió una fervorosa instrucción moral cristiana.
Su madre, Andrada Sima murió al año siguiente, quedando su único hijo huérfano.
Allí se puso en contacto con grupos nacionalistas y desde los veinte años comenzó a frecuentarlos.
Ya en 1928 era un miembro activo de la "Legión del Arcángel San Miguel", una organización ultranacionalista, antisemita y anticomunista, dirigida por el "Capitán" Corneliu Zelea Codreanu.
Al ser detenidos casi todos los dirigentes más notables de la formación empezaron a cobrar importancia otros menos significados, algunos orígenes provincianos y menos conocidos de la policía capitalina.
[2] Horia Sima y el resto de los pocos dirigentes legionarios y guardistas que no han sido asesinados o arrestados conspiran contra el gobierno dictatorial de Carol II.
[6] Los principales dirigentes, sin embargo, se encuentran en Alemania agrupados alrededor de Sima.
[6] Este exige en mayo a la delegación rumana que lo visita la alianza con el Eje como condición para la reconciliación con el rey.
[10] Pronto Antonescu les reprocha los "excesos" (ataques a judíos y opositores, robos, corrupción, saqueos...).
[2] Sima intenta incluso reformar el ejército, introduciendo la elección de oficiales y la educación política (nacionalista), lo que alarma a Antonescu.
La crisis entre conservadores y radicales se salva solo por la intervención del representante alemán.
[2][13] Los prefectos de policía son pronto reemplazados por personas afectas a Antonescu.
[2] Horia Sima y otros dirigentes lograron salir del país gracias a la colaboración de algunos representantes alemanes en Rumanía.
[15] En Alemania, se les internó —en condiciones relativamente favorables— en diversos campos de concentración.
[16] Aun así, los alemanes mantuvieron a los dirigentes legionarios como posible alternativa al general.
[17] Un regimiento legionario combatió además contra los soviéticos en Stettin al final de la guerra.
[18] Ante el avance soviético, Sima abandonó Viena en abril de 1945 y pasó a Alt-Aussee.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, Horia Sima se instaló en España, donde fue un destacado apoyo extranjero para el régimen de Franco, que a su vez dio cobertura a las actividades y a numerosos activistas ultranacionalistas y filofascistas del Este de Europa, que así pudieron eludir sus responsabilidades derivadas de sus acciones en la Segunda Guerra Mundial en sus respectivos países.