Hoplias argentinensis fue descrita originalmente en el año 2018 por los ictiólogos Juan José Rosso, Mariano González-Castro, Sergio Bogan, Yamila Paula Cardoso, Ezequiel Mabragaña, Sergio Matías Delpiani y Juan M Díaz de Astarloa.
[2] En el mismo año, se publicó un trabajo efectuado por Yamila Paula Cardoso, Juan José Rosso, Ezequiel Mabragaña, Mariano González Castro, Sergio Matías Delpiani, Esteban Avigliano, Sergio Bogan, Raphael Covain, Nahuel Francisco Schenone y Juan Martín Díaz de Astarloa, en el cual se evaluó la diversidad molecular presente en Hoplias, buscando la identificación de linajes mitocondriales mediante el código de barras del ADNmt y análisis filogenéticos, empleando gran cantidad de muestras correspondientes a una amplia cobertura geográfica, que abarcaba la mayor parte de la distribución del género.
[3] Etimológicamente el término genérico Hoplias deriva del idioma griego donde hoplon es 'arma', en relación con sus poderosas denticiones.
[2] Las poblaciones de Hoplias argentinensis tradicionalmente eran incluidas en las de H. malabaricus, hasta que información genética y análisis morfológicos permitieron comprobar que la población austral no pertenecía a dicha especie sino a una innominada.
Es un pez sedentario no migrador, que caza a la espera y al acecho,[7] de hábitos fundamentalmente piscívoros en su etapa adulta (específicamente es un ictiófago de aguas vegetadas), aunque, siendo también oportunista, puede vorazmente atacar a otras presas que se le presenten, como camarones, pichones de aves acuáticas, anuros o pequeños roedores, incluso saltando fuera del agua para poder asirlos.
Esto no la afecta, ya que las tarariras están adaptadas para soportar períodos de inanición mayores a 3 meses.
Hasta la independencia de las crías, permanecerán sus padres sobre el nido, custodiándolo, atacando a cualquier intruso que se aproxime lo suficiente.
Para su captura se emplea tanto carnada viva como señuelos artificiales e incluso pesca con mosca.
Su pesca comercial generalmente se realiza empleando como artes el espinel y el trasmallo de malla grande.
[1] En el delta del Paraná también se las captura clavándolas con ‘‘fija’’, una especie de lanza arrojadiza o arpón, el cual pescadores, diestros en este tipo de arte, arrojan a grandes ejemplares que, durante las horas de mayor calor, reposan quietos, al sol, próximos a la orilla,[1] comportamiento que también es observado en horas nocturnas.