Este uso del veneno se volvió cada vez más sofisticado y muchos pueblos antiguos empezaron a forjar armas diseñadas específicamente para mejorar el envenenamiento.
Así, por ejemplo, la nobleza las usaría a menudo para deshacerse de oponentes políticos o económicos en beneficio propio.
Esta popularidad fue estimulada por la creciente disponibilidad de los venenos; los negocios (conocidos como apotecas) que vendían varios productos medicinales se abrieron al público y, desde allí, las sustancias que habían sido usadas tradicionalmente con propósitos curativos fueron empleadas para otros más siniestros.
Aproximadamente en la misma época, otras zonas del mundo hicieron grandes avances en términos de venenos: los árabes habían logrado elaborar arsénico inodoro y transparente, con lo cual los asesinatos se volvieron casi imposibles de detectar.
Además, su uso se ha ampliado exponencialmente; los venenos son a menudo utilizados como pesticidas, desinfectantes, soluciones de limpieza o conservantes, entre otros usos.
Descubrimientos arqueológicos prueban que mientras los primeros homínidos utilizaron armas convencionales, tales como hachas, garrotes y espadas, buscaron formas más sutiles y destructivas para causar la muerte, algo que podía ser alcanzado por medio del veneno.
[2] Se han hallado ranuras para almacenar venenos, tales como tubocurarina, en las armas y herramientas de caza, lo que mostraría que los primeros humanos había descubierto venenos de potencia variable y los aplicaron a sus armas.
[2] Este descubrimiento se mantuvo en secreto hasta que su reino fue invadido por Cneo Pompeyo Magno.
También mencionó antídotos y el uso de sustancias tradicionales para contrarrestar los efectos del envenenamiento.
Kautilya sugirió emplear medios tales como la seducción, el uso secreto de armas y veneno para beneficio político.
[2] La evidencia sobre conocimiento relacionado con los venenos en Egipto puede ser rastreado a los escritos del alquimista Agathodiamon (100 a. C. aproximadamente), quien habló de un mineral (no identificado) que, cuando era mezclado con natrón, producía un 'veneno ardiente'.
Describió este veneno como uno que «desaparecía en el agua» y daba una solución clara.
[10] También se cree que los egipcios tuvieron conocimientos sobre elementos tales como el antimonio, cobre, arsénico, plomo, opio y la mandrágora, entre otros.
Su catador Halotus, su médico Jenofonte y la envenenadora Locusta han sido acusados de haber sido los administradores de la fatal sustancia; pero Agripina, su última esposa, es considerada como la más probable en haber arreglado su asesinato e incluso le habría administrado ella misma el veneno.
Los alquimistas que trabajaban con estos boticarios sufrieron un riesgo considerable a su salud, al manipular de forma cercana estas sustancias venenosas.
[16] Al mismo tiempo, en otras áreas del mundo, el avance tecnológico de los venenos se estaba expandiendo y, por ejemplo, en el mundo árabe se logró elaborar un arsénico transparente, inodoro e insípido para ser aplicado a una bebida, un método que permitiría que los asesinatos por este medio no fueran detectados por lo menos durante un milenio.
Otros vendedores, tales como los comerciantes de joyería, ofrecían un amuleto que supuestamente debilitaba el veneno o bien los médicos vendían una cura mágica.
Por una parte, los alquimistas italianos, en el siglo XIV y XV, se dieron cuenta del potencial de combinar sustancias tóxicas para crear brebajes aún más potentes que aquellos que habían sido reunidos.
Tan prominente era el uso de veneno para homicidios en la sociedad que se podía temer incluso asistir a cenas por temor a recibir comida o bebidas envenenadas, sea por el anfitrión o por uno de los invitados.
Para el siglo XVII, el uso del veneno se había convertido en un arte y en varias ciudades de Italia, incluyendo Venecia y Roma, existían escuelas especialmente dedicadas a su enseñanza.
[21] Para fines del siglo XVI, el arte y la popularidad del veneno se había trasladado de Italia a Francia, donde el envenenamiento criminal se volvió cada vez más frecuente.
A pesar de que los inquisidores habían sido patrocinados por el propio soberano, no pudieron atrapar a muchos de los peores asesinos; sin embargo, durante el ejercicio del tribunal, aproximadamente 442 personas fueron aprehendidas y fueron sentenciadas.
El trabajo de esta institución ocasionó un efecto colateral: la incremento del interés por los venenos y cómo usarlos, con lo cual muchas personas se empezaron a involucrar en el tema después de que se emitiera una orden para reducir los envenenamientos.
Los intentos de asesinatos reales por envenenamiento también fueron un asunto interno en España, puesto que varias personas y grupos querían matar a los monarcas.