[10] Adornos navideños continuaron apreciándose en los restaurantes, hoteles y comercios de venta en divisas extranjeras.
[10] El gobierno de Castro invitó al papa Juan Pablo II a la isla.
La Iglesia católica cubana solicitó que la celebración de la Navidad se retomara oficial y permanentemente.
[2][5] Esa visita de Juan Pablo II fue entendida como un espaldarazo a los católicos en el país.
[14] Ese año hubo celebraciones oficiales tras 28 años,[2] pero La Nación reportó que «pocos estuvieron en condiciones de comprar un arbolito»;[2] no hubo entregas oficiales de regalos.