Historia de Villacarrillo
En el siglo X se alzaba, en lo que hoy es la torre de Vandelvira, una imponente fortaleza.El walí y alcaide de Iznatorafe guardaba desde tal atalaya el valle del Alto Guadalquivir.Les correspondía la facultad de dictar normas, cobrar tributos y administrar justicia.Los que en la cautividad fueron Helél, Alazaraque, Mançor, Moeliz, Bexiz, Alia, Omarfata, Hyrbil, Nexma, (con estos nombres figuran en las nóminas) habrían fallecido durante los cuarenta y siete años transcurridos.El crecimiento e importancia de la población fueron aumentando, hasta que el arzobispo Carrillo se decidió a hacerla villa independiente en 1449, dándole su nombre y escudo: “un castillo dorado en campo colorado con puertas y ventanas azules, según que el dicho arzobispo las tenía en sus armas”.Al quedar sometida Granada, desapareció la frontera y disminuyó la importancia del Adelantamiento.El convento del Santo Cristo quedó casi derruido en 1812 y reparado en 1815, fue derribado pocos años después, como consecuencia de la exclaustración liberal.A principios del s. XIX estuvo Villacarrillo ocupado militarmente por las tropas napoleónicas.La urbanización y empedrado de nuestras calles se llevó a cabo en 1.844-45.Tenía entonces la villa, según Madoz, 4.500 habitantes, 828 casas de tres pisos, 20 calles, una plaza y cuatro plazuelas.No obstante, seguía manteniéndose el mismo mal endémico: una población extremadamente rural y un alto grado de analfabetismo.Igual suerte corrió el Hospital de San Lorenzo servido por monjas dominicas.No hay pozo alguno de la población, relatan los más viejos del lugar, cuyas aguas no hablen correctamente la lengua de Molière al estar en permanente contacto con los gabachos que en ellas reposan su osadía invasora.Parece ser que en tan macabro como patriótico menester, se distinguieron dos populares figuras varón y hembra, quienes, ungidos por la exaltación de la libertad, dejaron a la posteridad ejemplo de bravura e indómito espíritu: Pulido y Leonor Jerónima.