Historia de Nuevo León

Cronistas afirman que estos lugares estaban habitados por un grupo de etnias que al llegar los españoles les nombraron rayados, borrados o pintados, porque solían decorar su cuerpo con pinturas de colores, honrando a sus dioses o a diversos animales.

[2]​ Los primeros años de la colonia fueron difíciles para los habitantes, quienes fueron asediados por la inquisición, las tribus indígenas y algunas inundaciones.

Hacia finales del siglo XVIII, los reineros (como se hacían llamar sus habitantes), en la época moderna el gentilicio utilizado es el de regiomontanos o regios, ya habían adquirido cierta estabilidad y contaban con dos ayuntamientos, el de Monterrey y uno más en Linares, al Sur.

La pugna entre conservadores y liberales a nivel nacional hizo estrago en la estabilidad de la región.

Los más afectados eran los poblados más pequeños hacia el norte y este del estado, tales como Cerralvo, Lampazos de Naranjo, Sabinas Hidalgo, Vallecillo e incluso Monterrey, por lo cual se decidió tomar cartas en el asunto debido a los incesantes ataques hacia la población de aquella época, así que empezó una cacería hacia los indígenas, e incluso se llegaron a ofrecer altas remuneraciones monetarias por cabeza o cuero cabelludo de los mismos.

Para mediados del siglo XIX los habitantes comenzaron a tomar represalias contra los indígenas, los estadouindenses y las autoridades mexicanas.

El bastimento eran las provisiones para un combate largo que podría darse en cualquier momento, y en Nuevo León consistía en bizcochos de maíz, carne seca y chocolate, lo cual con el tiempo formaría la piedra angular de la dieta rural nuevoleonesa, aún en la actualidad.

Héroes locales, como Juan Zuazua, José Silvestre Aramberri, Mariano Escobedo, Lázaro Garza Ayala y Jerónimo Treviño fueron todos curtidos en esas escaramuzas.

Aridoamérica
Plano de Monterrey en 1791
Retrato de Fray Servando Teresa de Mier