Volvió a una interpretación más terminante de la Sharia como la que tenía Úmar, y la hizo cumplir, incluso sobre su propia familia.
Los historiadores especializados en época omeya consideran que el reinado del califa Hisham fue pacífico.
Hugh Kennedy escribe: «Como todos los soberanos más sabios y más felices de su dinastía, se esforzó en dominar las diferencias qaysí-yemeníes y evitar en la medida de lo posible la confrontación.
En el Magreb, se designó gobernador a Ubayd b. Abd al-Rahman al-Sulami (732 o 735-741), que llevó una desmedida política anti-yemení.
En cuanto a los bereberes, habrían mandado una delegación al califa para quejarse de sus actuaciones, pero no fue ni recibida por él.
Dos años más tarde, en el 732, se nombró a otro gobernador pro-qaysí, Abd al-Malik ibn Qatan al-Fihri, cuyos dos años de gobierno estuvieron también marcados por una parcialidad tribal muy mal llevada por los yemeníes.