Hilduino fue testigo de la colusión del sistema dinástico con la realidad eclesiástica.
Pero paradójicamente, el responsable religioso de la corte se transformó en un hombre político que eligió su campo de acción en función de los conflictos hereditarios.
Es conocido por su compilación de reliquias y su trabajo traduciendo y redactando textos religiosos como Annales regni Francorum (Reichsannalen).
Acompañó a Lotario I, hijo también de Ludovico, a la expedición de Roma de 824 y en esta ocasión estuvo relacionado con la controvertida elección del papa Eugenio II y llevó reliquias de San Sebastián a la abadía Saint-Médard.
Cuando comenzó la guerra entre Ludovico y sus hijos (830), Hilduino apoyó a los príncipes, en particular a Carlos el Calvo, contra su padre Ludovico, lo que le suposo la enemistad de las abadías y el exilio: huyó primero a Paderborn, luego a Corvey, donde estuvo encerrado por orden de Ludovico, aunque en realidad el abad lo recibió con agrado y a cambio Hilduino le ofreció reliquias de Vito de Lucania, que más tarde fueron objeto de culto, en especial en Corvey.