El caso de los Hermocópidas fue un escándalo religioso que sacudió a Atenas en 415 a. C., en plena guerra del Peloponeso.
Los hermai eran representaciones toscas del dios Hermes, a menudo con la forma de un busto sobre un bloque cuadrangular.
Su función era santificar y marcar los límites: umbrales, encrucijadas, etc. Tucídides informa de que los hermai que fueron encontrados «sufrieron en su mayoría una mutilación en el rostro en el curso de una sola noche[1] (en griego περιεκόπησαν τὰ πρόσωπα)» (VI, 27, 1).
De hecho, las excavaciones han permitido sacar a la luz hermai que tienen la nariz rota y el sexo quebrado, y un escolio del pasaje de Tucídides tiene en cuenta las mutilaciones en estos dos sitios.
Un nuevo golpe de efecto tuvo lugar entonces: entre los individuos arrestados figuran Leógoras y su hijo Andócides, el futuro orador.
[5] Según esta controvertida hipótesis, ellas habrían aprovechado la libertad relativa conferida por la celebración de las Adonia y se habrían inspirado en los rituales dionisiacos ligados a la castración para protestar contra el machismo reinante en Atenas.