La necesidad de una disciplina hermenéutica viene determinada por las complejidades del lenguaje, que frecuentemente conducen a conclusiones diferentes e incluso contrapuestas en lo que se refiere al significado de los textos.
[1] A veces «exégesis» y «hermenéutica» se usan como términos sinónimos, pero la hermenéutica es una disciplina metodológica más amplia por cuanto resulta difícil fijar sus límites y puede abarcar no solo la comunicación escrita, verbal, sino también no verbal.
[4] Algunos intelectuales ajenos a la tradición humanística, como Murray Rothbard, consideran la hermenéutica un «sinsentido mistificante» e «incomprensible».
[5] La hermenéutica fue inicialmente aplicada a la interpretación, o exégesis, de las escrituras sagradas.
Asimismo, se ha hecho extensiva a cualquier tipo de objeto humanístico.
Tras Dilthey, en el ámbito de la filología ha sido heredada por la escuela idealista, en particular Leo Spitzer y la escuela Estilística, si bien esta se bifurcó adoptando en parte una visión neopositivista o formalista refractaria al saber hermenéutico.
[10] El término hermenéutica proviene del verbo griego ἑρμηνεύειν (hermenéuein) que significa interpretar, declarar, anunciar, esclarecer y, por último, traducir.
La filología y la ciencia de la literatura, en particular Crítica literaria y Teoría literaria así como la disciplina auxiliar ecdótica o crítica textual definen campos disciplinarios tanto paralelos como subsumidos en la Hermenéutica.
Además se considera el enfoque de Wlihelm Dilthey como pionera en la Pedagogía Humanista.
(A pesar de que el mismo Heidegger no completó este proyecto.
La hermenéutica de Gadamer bajo supuesta extensión comprehensiva suplanta los campos disciplinarios contiguos.
Incluso, sostienen que esos textos son expresiones convencionalizadas de la experiencia del autor.
Por lo tanto, la interpretación de aquellos textos revelará algo acerca del contexto social en el cual se formaron, y, más significativamente, proveerá al lector un medio para compartir las experiencias del autor.
Por estas razones, la hermenéutica es considerada la escuela de pensamiento opuesta al positivismo.
De esta hermenéutica surge una teoría cuyo paradigma es el texto, es decir, todo discurso fijado por la escritura.
Al mismo tiempo este discurso sufre, una vez emitido, un desarraigamiento de la intención del autor y cobra independencia con respecto a él.
Pero esta misma realidad metamorfoseada propone un «yo», un «Dasein», que debe ser extraído por el lector en la tarea hermenéutica.
Su uso en casi todas las disciplinas por el sentido del término que se ocupa del arte de explicar textos o escritos, obras artísticas, hacer descripciones e interpretaciones entre otras características que rodean al concepto.
Una forma de comprensión teórica derivada investigadores tierra es llevar a cabo un estudio piloto.
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La hermenéutica recurre al simbolismo que es una construcción y estructura en sí mismo, aprovechando la cultura como matiz junto con el contexto.
Según Mario Bunge, la hermenéutica filosófica se opone al estudio científico de la sociedad.
Dado que considera lo social como si fuera espiritual, la hermenéutica desprecia los factores ambientales, los biológicos y los económicos, al mismo tiempo que rechaza abordar los hechos macrosociales, como la pobreza y la guerra.