En 1982 presenta su tesis doctoral sobre "La teoría del valor de Marx en la filosofía moderna", dirigida por Jacobo Muñoz, en la Universidad Complutense de Madrid.
El estudio y la influencia de Heidegger, reconocidos en algún momento de su obra, lo llevan sin embargo, siguiendo a ese mismo autor, a alejarse de la exégesis de sus textos para centrar definitivamente su labor hermenéutica en dos bloques: Grecia y la Modernidad.
Su obra se inicia con escritos propedéuticos de filosofía, y con estudios sobre Marx.
Paulatinamente se orienta hacia la problemática de la fenomenología lingüística y de la hermenéutica de los textos griegos, así como hacia el estudio de la filosofía alemana en el periodo que abarca de Leibniz a Nietzsche, como por ejemplo sus trabajos sobre Leibniz, Kant y Hölderlin.
Algunos de los temas recurrentes a lo largo de su obra conciernen la irreductibilidad del ser en Grecia, la importancia del cristianismo como mediador entre Grecia y la modernidad, la física matemática y la calculabilidad del ente moderno y la distancia hermenéutica de la Historia de la Filosofía desde Marx y Nietzsche hasta nuestros días.