El religioso, conocido entonces como Fray Hilarión de la Sagrada Familia, estaba a cargo del cementerio de la Orden de San Pablo y San Antonio Abad, congregación eremítica a la que pertenecía.
El fundador se inspiró especialmente en el Libro de Tobías, concretamente en el pasaje 1, 16-18, en el cual se narra como el piadoso Tobit enterraba a los muertos pese a las prohibiciones de su rey.
[3][5] Los fossores habitan comunitariamente en camposantos, llevando una vida contemplativa-activa.
Su espiritualidad se centra en la Eucaristía, Liturgia de las Horas, Santo Rosario y la oración mental.
Entre sus labores están la acogida al difunto y acompañantes en la entrada al camposanto, procesión al lugar del enterramiento, bendición del sepulcro, oración de los fieles y despedida del duelo, así como la custodia, limpieza y administración de cementerios.