Su primer éxito llegó pronto, en 1882, con un drama escrito en colaboración con Henry Herman y estrenado en Londres The Silver King; desde entonces ya no le abandonó la fortuna y pudo consagrarse solo a la escritura.
Se especializó en melodramas y piezas que, siguiendo la tradición de alta comedia de William Congreve y Richard Brinsley Sheridan, añadían empero bastante más sátira de lo acostumbrado, por lo que se sitúa a medio camino entre el drama burgués y el crítico y social Naturalismo (adaptó con Henry Herman Casa de muñecas del dramaturgo noruego Henrik Ibsen con el título de Rompiendo una mariposa, 1884); seguía, sin embargo, los esquemas fijos del triángulo erótico y la trama bien hecha que habían instaurado Victorien Sardou dentro de una ideología por lo general conservadora y moderada, si exceptuamos un anticlericalismo que le provocó algunos problemas y su, más que feminismo, defensa de la mujer.
[1] Empero, su crítica es de sesgo meramente moral, no extendió su análisis a las clases bajas y se contentó con describir a las clases medias y altas.
Para él sus obras maestras fueron Michael and His Lost Angel (1896) y Los embusteros (The Liars, 1897), obra esta última que sin embargo mereció el desdén de George Bernard Shaw al considerarla prototipo del drama "bien hecho" y convencional, aunque también hay que tener en cuenta que tanto Shaw como H. G. Wells (con quien Jones se enfrentó escribiéndole My Dear Wells: a Manual for Haters of England, 1921, colección de cartas publicadas en el The New York Times) estaban imbuidos de las ideas socialistas de la Sociedad Fabiana a que pertenecían y detestaban las ideas nacionalistas e imperialistas que Jones hizo notar tras las Guerras de los Bóeres.
La primera es no escribir como Henry Arthur Jones; la segunda y tercera son las mismas") tenía que ver más bien con su acartonado convencionalismo.