Visitó España continuamente en las escasas semanas de vacaciones que se le brindaban y en su poemario lberia (1964) cuenta ya la misteriosa fascinación que ejercían las cosas hispanas sobre él desde niño.
Hizo entre 1924 y 1936 no menos de doce viajes a España, visitando todos sus rincones.
Se inspira en la literatura neerlandesa, alemana e inglesa (el mundo brumoso de Edgar Allan Poe) con un romanticismo visionario, impetuoso, barroco y expresionista que le acerca a la estética de un Goya o un Valle-Inclán.
La obra posterior del vate holandés es algo más sobria y sencilla, lo que la crítica atribuyó al influjo decisivo en esta segunda etapa de la lírica popular española.
Hooft), la distinción literaria más prestigiosa del ámbito lingüístico neerlandés.