Después de la salida del presidente Victoriano Huerta (que apoyaba más la tesis alemana) en 1914, su sucesor Venustiano Carranza tenía una posición perceptiblemente negativa para con Alemania.
Von Eckardt creyó que tanto Carranza como los órganos gubernamentales eran "prototipos de la vulgaridad y depravación".
El mensaje primero fue enviado al embajador alemán en los Estados Unidos, Johan von Bernstorff, para evitar que fuese interceptado.
El telegrama era vago (no era preciso) dejando que von Eckardt resolviera los detalles, para presentarlo a Carranza.
Aguilar era comprensivo, pero ambos, él y Carranza, rechazaron finalmente a Alemania, principalmente debido al lanzamiento prematuro.