Tienen su papel más prominente en la Teogonía, en donde son los últimos en nacer de entre sus hermanos; primero vinieron al mundo los titanes y luego los cíclopes.
[1] Hesíodo nunca los menciona como hecatónquiros; esta denominación empezó a ser utilizada por algunos autores tardíos, comenzando por Apolodoro.
[7] No obstante en el relato hesiódico se nos dice que los tres centímanos permanecieron encadenados hasta su liberación por parte de Zeus.
Trescientas rocas lanzaban sin respiro con sus poderosas manos y cubrieron por completo con estos proyectiles a los titanes.
[10] Más adelante lo vuelve a citar: «como el gigante Egeón, el que tenía, según cuentan, cien brazos y cien manos y vomitaba llamas de sus cincuenta pechos por sus cincuenta bocas cuando rugía contra el rayo de Júpiter».
[12] Según un relato evemerista, citado por Paléfato, Coto y Briareo, en vez de ser gigantes monstruosos eran hombres mortales.