Jaidamaka

Los jaidamakas, también conocidos como haidamaky o haidamáks (singular haidamak, en ucraniano: Гайдамаки, Haidamaky, del turco: haydamak, «vagabundos» o «atracadores»),[1]​ fueron bandas paramilitares de la Ucrania del siglo XVIII, que se rebelaron repetidas veces contra la dominación polaca en el margen derecho de Ucrania, principalmente debido a la asfixiante carga sobre el campesinado.

[1]​ Los éxitos iniciales espolearon el florecimiento de estas bandas en todo la Ucrania al oeste del Dniéper.

Volodymyr Antonovich afirma que se pueden distinguir a lo largo del siglo XVIII tres periodos con respecto a las rebeliones jaidamakas:[6]​ A pesar de la identificación romántica del siglo XIX y XX de los movimientos en Galitzia similares a los jaidamakas, los llamados opryshki, y los haiduk en los Balcanes, no se encuentra otra conexión entre los mismos que los propios del mencionado «bandidaje social» por la opresión campesina común a toda Europa,[5]​ aunque la historiografía soviética ha intentado convertirlo en una lucha de clases internacional, y con ese traspaso de conceptos del siglo XX al siglo XVIII, en un movimiento unificado y conexo.

[3]​ La sublevación la acaudilló un tal Verlan, anteriormente al servicio de los nobles polacos,[3]​ que, a la cabeza de mil jaidamakas y con el supuesto beneplácito del zar ruso, hizo incursiones en Bratslav, Volinia y Galitzia, hasta que los polacos le hicieron huir hacia Moldavia; contrataron para perseguir a las bandas jaidamakas a zaporogos encabezados por Sava Chaly, al que luego los propios zaporogos dieron muerte.

[12]​ Catalina la Grande ordenó al ejército ruso que penetrase en la Ucrania occidental y sofocase la rebelión, apoyando a las tropas polacas.

La participación de los cosacos parece no responder a la visión nacionalista imperante en los siglos siglo XIX y XX, que proyecta sus valores anacrónicamente al XVIII, sino que se cree que obedeció a tres causas:[14]​ El historiador ucraniano Mijailo Maksimóvich sostuvo una visión diferente a la polaca y rusa, habiendo recopilado tradiciones orales y canciones que arrojaban otra luz muy distinta sobre los jaidamakas, si bien no pudo publicarla durante varios años por la censura zarista.

El principal apoyo de esta tercera visión no partió de la investigación, sino del relevo que tomó la poesía romántica del siglo XIX: la hizo el más representativo poeta ucraniano Tarás Shevchenko,[6]​ que presenta a los jaidamakas como héroes en la lucha contra la opresión nacional.

[2]​ Las memorias de la época, hostiles al levantamiento, al que presentan como rebelión de siervos y bandidos, de ortodoxos fanáticos atizados por agentes zaristas, se introdujeron incluso en la propia investigación histórica polaca, llegando a reducir, en un estudio realizado por Franciszek Rawita-Gawnoñski, las causas del movimiento jaidamaka a una sola: «el degenerado carácter del pueblo ucraniano».

Procesión religiosa ortodoxa. La diferencia religiosa entre la nobleza dominante polaca católica y el campesinado ortodoxo desempeñó un papel importante en la rebelión jaidamaka. Cuadro de Iliá Repin .
Nobles polacos, inicio del siglo XVII . Su vida de lujos y extravagancias les granjeó un profundo odio entre el campesinado, que tenía que trabajar para ellos entre cuatro y seis días a las semana, aparte de pagar cargas e impuestos.
La vida del campesinado fue extremadamente dura en el siglo XVIII , llegando a despoblarse todo la Ucrania del Margen Derecho . Lev Tolstói , retratado por Iliá Repin .
Casa campesina ucraniana. La nobleza polaca, para conseguir la repoblación, estableció periodos de entre quince y veinte años de exención de servidumbre. Después de este plazo los campesinos se convertían en siervos, siendo esta una de las causas de la rebelión. Pintura de Iliá Repin .
Un cosaco moderno, Ostap Kindrachuk, tocando la bandura en un viejo mercado de Poznań .
Moneda soviética; Tarás Shevchenko , el mayor poeta ucraniano, que elevó a mito nacional a los jaidamakas.