Es un espacio de tortura donde los sospechosos son sometidos a aquello que les causa más terror: La habitación 101 se utilizaba para destruir en la mente de cada persona aquello que le impide amar al Gran Hermano o también terminar con un amor más grande que el profesado a este personaje.
Otras técnicas denominadas: ”el submarino seco”, "banderillas”, “escribir a máquina”, "la silla eléctrica", "el collar eléctrico”, ”la ducha fría”, “la argolla”, ”el pozo”, ”el gancho”, "echar a los cerdos”, ”amputación”, etc., no eran menos horribles y propias del manual del chequista y otras muchas técnicas traídas de la Unión Soviética, de las que el anarquista Diego Abad de Santillán (1897-1983) habla con horror en su libro "Porqué perdimos la guerra" (Buenos Aires, 1940).
La tortura se lleva a cabo mediante la utilización de una jaula que contiene dos enormes ratas hambrientas.
La jaula está construida para adaptarse a la cabeza de la víctima, como una máscara o casco.
Mediante unos resortes se puede dar paso a las ratas para que le devoren el rostro.