Gustavo Le Paige

En 1952 tuvo que irse de la colonia belga por inconvenientes con los servicios coloniales.

Escribió cuatro libros sobre el tema, además de variados artículos publicados en revistas especializadas.

[1]​ En su libro, el autor plantea que Le Paige utilizó niños atacameños para conseguir la colección de momias que más tarde serían donada al museo de la Universidad Católica del Norte.

Estos niños eran convencidos por La Paige de que el tabú de su cultura hacia los muertos y los cementerios era solo superstición de los mayores para luego ser recompensados, por el mismo La Paige, con regalías materiales (monedas o ropa) por cada momia traída,[2]​ viéndose así muy maltrecha la ética del jesuita.

La autora, admiradora del trabajo de Le Paige, ya lo había mencionado antes en su libro Papelucho Historiador.

Estatua de Gustavo Le Paige en San Pedro de Atacama .