Gorriti colaboró, a través de IDL-Reporteros, en la investigación de los casos Odebrecht (Lava Jato) y los Cuellos Blancos del Puerto (Lava Juez), en los que se han visto implicados varios políticos y funcionarios peruanos.
[13] En 1992, todavía en Caretas, Gorriti informó sobre las supuestas conexiones entre el gobierno y los narcotraficantes, con especial atención a Vladimiro Montesinos, mano derecha del presidente Alberto Fujimori.
Armados, exigieron el ordenador de Gorriti e insistieron en que les acompañara.
[16] La esposa de Gorriti, Esther Delgado Bedoya, se comunicó rápidamente con periodistas y organizaciones no gubernamentales sobre el incidente.
[18] La rápida presión internacional dio lugar al traslado de Gorriti a un centro de detención oficial al día siguiente,[18] una medida que, según Gorriti y su familia, probablemente le salvó la vida.
También denunció que algunos de los nombramientos del presidente Ernesto Pérez Balladares estaban guiados por el nepotismo, y en 1997 se hizo especialmente conocido por denunciar que un agente del cártel había aportado 51 000 dólares a la campaña presidencial de Pérez Balladares.
[25] En 1999 se presentó una segunda acusación contra Gorriti y otros tres periodistas de La Prensa por un artículo en el que informaba de que un narcotraficante había hecho donaciones a la campaña del Procurador General José Antonio Sossa, siendo el propio Sossa quien supervisaba la investigación.
Sin ánimo de lucro y financiado por ONG, en 2011 contaba con cuatro periodistas a tiempo completo.
[12] Gustavo Gorriti ha recibido varios premios y reconocimientos a lo largo de su carrera.
[45] El periodista reveló que, a raíz de su investigación sobre la operación Lava Jato en Perú, fue blanco de una campaña mediática durante un período en el que IDL-Reporteros tenía una presencia limitada en las redes sociales.
Estas incluyeron ataques verbales tanto en su residencia como en las oficinas de IDL-Reporteros.
El tribunal consideró que había acusado a Gorriti de delitos como terrorismo, fraude fiscal y corrupción sin aportar ninguna prueba.
La cobertura de Willax enfatizó frecuentemente el término «corrupción» sin proporcionar corroboración sustancial.
[57] Organizaciones profesionales, entre ellas el Club Nacional de Prensa (con sede en Washington D. C.), han expresado su preocupación por las posibles repercusiones jurídicas para Gorriti y las implicaciones para su derecho a realizar periodismo de investigación.