Es también llamada Gunilla Bielke por el nombre que su familia tomaría años después.
Desde temprana edad, Gunilla quedó huérfana y encontró cabida en la corte.
Poco tiempo después de la muerte de la reina Catalina Jagellón, Juan III decidió buscar una nueva esposa y pretendió a Gunilla Johansdotter, quien entonces tenía unos dieciséis años.
Además de sus hermanos, el rey encontró otra barrera en la propia Gunilla, quien estaba ya comprometida con un joven noble y se negó a todo compromiso con el rey.
La familia de la joven vio con buenos ojos la pretensión de Juan III, pues consideraron un honor el emparentar con la familia real, por lo que presionaron a Gunilla a renunciar a su compromiso previo y aceptar al rey.