Guillem de Montredon

Tras la muerte del rey, fue a Roma para reclamar al papa Inocencio III la restitución del infante Jaime, que se encontraba retenido por Simón IV de Montfort.

En 1214 se sometió al legado papal Pietro di Benevento, siguiendo las Disposiciones del testamento de la madre del infante Jaime I de Aragón.

El papa Inocencio III liberó al joven rey que era rehén del cruzado francés Simón IV de Montfort y lo entregó a la Orden del Temple, siendo Guillem de Montredon su educador y protector en el castillo templario de Monzón.

Allí quedó el infante Jaime de los seis a los nueve años, hasta que en 1217 un grupo de nobles aragoneses pidieron su salida.

En 1220 fue nombrado procurador general de las rentas reales en Cataluña por el rey Jaime I, quien lo elogió en su crónica Llibre dels feits por su lealtad.