Dos años después inició su etapa como profesor en colegios jesuitas que continuaría hasta 1676.
En este año la futura esposa del delfín Luis (1661-1711), María Ana de Baviera pidió confesarse en alemán y tuvo que hacerlo con el padre Daubenton, único sacerdote que sabía alemán de los que se encontraban en ese momento presentes.
Sin embargo dejó como confesor del monarca al también jesuita y compatriota Pierre Robinet.
En 1716 volvió a Madrid, retomando su cargo como confesor del rey, que le había reservado su salario como tal desde 1705.
Como escritor fue autor de diferentes obras en francés y latín.