Guamo

Conocidos sus antecedentes más remotos, ahora centrémonos en el objeto principal de la presente investigación.

Desde los tiempos de los apóstoles la Iglesia celebraba la fiesta del cuerpo y sangre de Cristo el Jueves Santo, pero debido a las diversas ceremonias que la liturgia imponía para ese día se vio conveniente que se dedicara a la Eucaristía un día especial con el fin de rendirle un homenaje público al Santísimo Sacramento.

Para tal efecto se arreglan unos altares en cuya elaboración participan diversos estamentos ciudadanos y que tratan de mostrar escenas bíblicas o situaciones de la vida real donde el aspecto religioso juega un papel fundamental.

Aunque esta celebración tiene un alto significado religioso instituido por la iglesia católica para rendir homenaje al santísimo sacramento, en Guamo tiene una connotación especial.

Simultáneamente con la celebración religiosa se llevan a cabo festejos populares, porque el gran valor del corpus Christi está en que es más una manifestación cultural con ingredientes vivenciales cotidianos, donde se reafirman valores que a la vez facilitan el encuentro, la integración y la cordialidad de sus habitantes, donde todos comparten una misma creencia y respeto con la celebración religiosa y la alegría que gira alrededor de ella.

La celebración tiene varios elementos que la hacen especial: la fiesta religiosa, enmarcada con los tradicionales altares que representan distintos pasajes bíblicos, adornados con flores, imagines y niños vestidos de Ángeles, para dar un ambiente de reverencia y respeto al santísimo.

Otro aspecto es la construcción de los arcos triunfales, un espectáculo único que se realiza alrededor del parque principal, adornados con hojas de palma, flores, frutos y artesanías elaboradas para el evento.

La vara de premio consiste en una guadua larga, previamente engrasada y enjabonada con unos obsequios en el extremo, ya sea en dinero o en especie.

Quienes aspiran a conquistarla generalmente se llenan sus bolsillos con arena para embadurnarse las manos y poder ascender, mientras que otros utilizan cabuyas como instrumento de ayuda.

Tuvo en sus orígenes una connotación popular por cuanto era la fiesta que los patronos les celebraban a sus peones, vaqueros, arrieros, gañanes y servidumbre en general.

Aquí no podían faltar las maliciosas miradas de los mozos y solterones empedernidos, quienes teniendo como principal cómplice las en ese momento envidiadas aguas, descubrían encantadoras curvas y talladas piernas de lindas y codiciadas morenas; aquí se iniciaban muchos amoríos, que en la mayoría de los casos terminaban en casorios.

Al amanecer el baño termina y los hombres se retiran a preparar la embarcación.

La corrida termina al caer la noche, muchos son los aporreados y seguramente no falto el muerto.

Se inicia la verbena, las bandas entonan sanjuaneros, bambucos, torbellinos y rajaleñas, aires musicales nacidos con la fiesta de San Juan.

Se contrataban los mejores conjuntos musicales de la comarca y la víspera por la noche se realizaban grandes quemas de pólvora, las que se denominan “noches de vacas loca”; en ellas aparecían la candelilla, un experto mitológico, que provisto de un látigo alcanzaba a quien pudiera, el tunjo, el poira, el duende, la madre monte y todos los demás personajes que ya habían aparecido en la fiesta del San Juan.

Muchas de estas tradicionales se han ido perdiendo tras el relevo generacional y la aculturación progresiva que afronta hoy la sociedad.

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