Para asegurar que la granada impacte el suelo con su punta, tenía unas tiras de tela unidas al extremo del mango.
Al ser lanzada, estas se desenrollaban y actuaban como una cola para estabilizar su vuelo.
Cuando el campo de batalla quedó confinado a las trincheras, su largo mango se convirtió en una desventaja, causado varios accidentes.
Al inclinarse hacia atrás para lanzarla, su espoleta podía impactar en el lado de la trinchera.
Su dificultad para emplearla desde trincheras, aunada al detonador especial, hizo que los británicos creasen varias granadas provisionales, tales como la granada jam tin, hasta que se adoptó la bomba Mills.