Una de sus maestras le recomendó que en lugar de narrarlas como historias personales, escribiera las historias en sus cuadernos; cada que llenaba un cuaderno, se lo entregaba a su maestra y ella le daba uno nuevo.
Desde 1993 ha participado en la traducción jurada para diferentes entidades incluyendo trabajos técnicos, literarios, ensayos, biografías, tesis científicas y memorias.
Hernández decidió completar esos libros de texto con sus propias creaciones, y así fue como incursionó en ese género.
[7] Al principio, le interesó escribir poesía pero sus primeros textos no lograron convencer, así que optó por convertir sus poemas en cuentos.
Tuvo la opción de traducirlo al inglés, pero prefirió esta traducción pensando en los niños guatemaltecos que podrían acceder a dicha obra.