Giróvago

En el cristianismo antiguo, se llamaban giróvagos a ciertos monjes errantes y vagabundos, que viajaban sin un destino predeterminado, alojándose en los monasterios que iban encontrando por el camino.El término proviene del latín gyrovăgus (de gyrus, «giro», y vagus, «vagabundo»), que significaba «errante, vagabundo, que yerra dando vueltas».Siempre están de viaje, nunca estables, sirven a su propia voluntad y a los placeres de la gula: en todo son peores que los sarabaítas.[2]​ Esta práctica fue prohibida por los concilios de Calcedonia (451) y Nicea II (787).En el islamismo, se llama también giróvagos a los derviches danzantes o mevlevís.
Uno de los grabados de la Danza macabra de Hans Holbein el Joven (1538)