En 1788, metido a empresario teatral, viaja a Italia con objeto de contratar cantantes para la próxima apertura del Teatro de Monsieur, pero este tuvo una vida muy corta y pronto cerró sus puertas.
Revisado su caso, se le permitió regresar a Inglaterra, donde abandonó su carrera musical para dedicarse al negocio de vinos, pero fracasó y quebró rápidamente.
Regresó a París donde fue director del Teatro Italiano y de la Ópera en 1819.
Tres años después renunció y volvió a Londres donde murió en 1824.
Durante los 20 últimos años del siglo XVIII fue considerado como el mejor violinista de Europa.