En la Misa ordinaria el sacerdote y en cuatro ocasiones: La genuflexión se realiza al pasar delante del sagrario como signo de respeto.
Opcionalmente, siempre que toda la asamblea se comporte uniformemente, pueden arrodillarse durante toda la plegaria eucarística —hasta la doxología— y cuando el presbítero dice: «Este es el Cordero de Dios», antes de la comunión.
Actualmente está cada vez más en desuso por carecer de obligación protocolaria aunque se observa más la educación y el respeto entre las personas con título nobiliario.
Algunas grandes órdenes monásticas todavía hoy no hacen la genuflexión, debido a que su fundación es anterior a la introducción de la genuflexión en la liturgia y la práctica privada.
Durante la Misa, se realizan otras inclinaciones prescritas por las rúbricas.