Tablaje era el nombre que recibían en España las casas de juego o garitos.
Y así como ahora se dice el libro de las cuarenta hojas, se llamaban en el siglo XVII ætatem Mahometicam, latín tan fácil y admitido que todos lo entendían.
Se llamaba así por alusión a los 48 años que dicen que vivió Mahoma y, en efecto, incluidos los ochos y nueves consta la baraja de 48 naipes.
Estas tretas se hacían de diversos modos y tenían diferentes nombres.
Estos tenían varios empleos y nombres: A los que se ocupaban en hacer gente y en buscar y enganchar jugadores, daban también diversos nombres: Se leen estas noticias curiosas en el referido libro del mencionado Luque Fajardo que pondera vivamente la robos, las estafas, las maldiciones, las blasfemias y otras picardías que se cometían en estas casas de juego, tan comunes e introducidas en su tiempo (que era el de Cervantes) a pesar de tantas leyes y pragmáticas en que se prohibían.