2800 a. C., así llamada por su cerámica característica, vasijas con cuello en forma de embudo.
La cultura fue definida por el arqueólogo alemán Gustaf Kossinna y fue el polaco Konrad Jażdżewski quien le dio su nombre actual en 1930.
Este metal era ya accesible para las poblaciones de cazadores y recolectores de la cultura Ertebølle, y quizás produjo importantes cambios sociales e ideológicos, mientras que la estructura económica se desarrollaba lentamente hacia la agricultura de subsistencia.
Al parecer, la cultura se habría originado en la costa sur del Báltico.
Se cultivaban variedades primitivas de trigo y cebada en terrenos que pronto agotaban su fertilidad, por lo cual las poblaciones se desplazaban a cortas distancias.
Las casas se levantaban en torno a una tumba monumental, lo que es un símbolo de cohesión social.
Originalmente, las estructuras funerarias eran posiblemente cubiertas con lodo y la entrada sellada con una roca.
Probablemente, las tumbas no se levantaban para cualquier persona difunta, sino solo para una élite.
Las versiones más antiguas tenían múltiples ángulos, y las posteriores son llamadas de doble filo, aunque uno de los filos era más redondeado.